Ricardo III

En Inglaterra el último monarca de la Casa de York, era Enrique VII que reinó de 1485 a 1509, venciendo a Ricardo III en la batalla de Bosworth, 1485, fue el final de la Guerra de las Dos Rosas y por ende el fin de la dinastía de los Plantagenet y el advenimiento de la dinastía de los Tudor.
Los monarcas de la familia Tudor, por orden de sucesión al trono, fueron:
Enrique VII que reinó de 1485 a 1509, Enrique VIII, hijo de Enrique VII, que reinó de 1509 a 1547. Tuvo seis esposas.
Primero desposó a Catalina de Aragón, viuda de su hermano, con quien tuvo a María. Tras doce años de matrimonio se divorcia de ella y se casa con Ana Bolena, antigua dama de compañía de Catalina. A raíz de su boda con Ana, Enrique se separa de la Iglesia Católica. La única hija superviviente de este matrimonio fue Isabel.
El rey Enrique VIII
El papaClemente VII
Cuando el rey se enamoró de otra dama de compañía, Jane Seymour, Ana Bolena fue acusada de adulterio y decapitada.
En esta pieza, clasificada como obra histórica –recordemos que los críticos suelen dividir la obra de Shakespeare entre comedias, tragedias e históricas – el dramaturgo nos recuerda la Guerra de las dos Rosas, una larga guerra civil, 1455-1487 que enfrentó, con pausas y altibajos; doce grandes batallas y un número elevado de luchas parciales-, a los partidarios y miembros de la Casa de Lancaster contra los de la Casa de York. Las dos familias pretendían el trono de Inglaterra, por origen común en la Casa de Plantagenet, como descendientes del rey Eduardo III. El nombre «guerra de las dos Rosas» o «guerra de las Rosas», en alusión a los emblemas de ambas casas, la rosa blanca de York y la roja de Lancaster.
La Rosa Blanca de York
La Rosa Roja de Lancaster
Sería el último enfrentamiento entre el absolutismo real y la nobleza. La victoria de Mortimer Cross desplazó del trono a los Lancaster y Eduardo IV de York, fue proclamado rey. A su victoria contribuyeron sus hermanos Ricardo de Gloucester y Jorge Clarence. La siniestra figura de Ricardo -deforme, siempre a la sombra y siempre al acecho- protagoniza una de las páginas más negras de la historia de Inglaterra.
La guerra se dio principalmente entre los miembros de la aristocracia terrateniente– y ejércitos de los señores feudales ––el absolutismo real, la nobleza –. El apoyo a cada uno de los bandos dependió en gran medida de los matrimonios dinásticos entre la nobleza. El patriarca de la casa de Lancaster, Juan de Gante tuvo como primer título el de Conde de Richmond, el mismo que detentaría Enrique VII al final de la guerra. El líder de la casa de York fue Edmundo de Langley, que ostentaba el Señorío de Cambridge.
La familia de Lancaster se había apoderado violentamente del trono a fines del siglo XIV, y Enrique V lo consolidó con sus victorias en el exterior; pero los ingleses se irritaron por las derrotas de su hijo Enrique VI en el continente. Perdió, casi sin resistencia la Normandía, no logró conservar sino Calais y se casó con la noble francesa Margarita de Anjou, convirtiéndose en reina de Inglaterra, 1445-1471, y llegó a ser una de las figuras del bando de Lancaster en esta Guerra de las Dos Rosas.
Así las cosas Ricardo de York (más adelante Ricardo III) se puso a la cabeza de los descontentos y reivindicó la corona. La reina Margarita tuvo un hijo con Eduardo VI y eso se convirtió en un obstáculo para que Ricardo pudiera alcanzar el trono y este fue el detonante de la guerra civil. Al final ochenta príncipes hallaron la muerte y casi toda la rancia nobleza inglesa
Ricardo III (1452-1485) fue convertido un siglo después por William Shakespeare, en una pieza que tituló Vida y Muerte de Ricardo III y nos describe un rey sanguinario roído por la ambición y la desconfianza.
Ricardo III
Shakespeare nos muestra un monstruo, el paradigma del jabalí acosado que embiste al mundo en una interminable huida hacia adelante, un drama histórico en cinco actos, en prosa y en verso en el que el usurpador Ricardo, duque de Gloucester, escondiendo bajo benignas apariencias sus diabólicos planes, hace que su hermano el rey Eduardo IV sospeche del otro hermano, Jorge, duque de Clarence, y lo meta en prisión, ocasión que aprovecha el malvado duque para que sus sicarios le acuchillen y le hagan desaparecer en una cuba de malvasía.
Así mismo convence a Lady Ana Neville de que se case con él a pesar de que confiesa haber matado a su esposo, Eduardo de Westminster. Posteriormente elimina a su otro hermano, el rey Eduardo IV. Convertido en protector del reino durante la minoría de edad de Eduardo V, su sobrino, conspira para usurpar el trono. Recluye al joven rey con su hermano en la Torre de Londres, y hace asesinar a los dos hijos varones del ya asesinado Eduardo IV. Con la ayuda del duque de Buckingham se hace proclamar rey. Elimina a los nobles de los que sospecha, Hastings, Rivers y Grey. Mata a Ana, mata a su madre. Y planea casarse con su sobrina, la tercera hija de Eduardo IV; en una escena parecida a la de la conquista de Ana, persuade a la viuda de Eduardo IV, la reina Isabel, a consentir en el matrimonio. Finalmente el duque de Buckingham se rebela ante la ingratitud de Ricardo pero es capturado y condenado a muerte. Por fin las tropas del usurpador combaten con las de los rebeldes en Bosworth (1485) y Ricardo, después de una noche atormentada por la espantosa visión de sus víctimas que se le aparecen es muerto en la batalla. Richmond asciende al trono con el nombre de Enrique VII.
Lady Ann Neville,reina de Inglaterra, esposa de Ricardo III
Recordemos el final de la obra de Shakespeare
CATESBY. ¡Socorro, milord de Norfolk!
¡Socorro! ¡Socorro! ¡El rey ha hecho prodigios sobrehumanos de valor, oponiendo un adversario a cada peligro! ¡Su caballo ha caído muerto, y combate a pie, buscando a Richmond por entre las fauces de la muerte! ¡Socorro, milord, o, de lo contrario, la batalla está perdida! (Fragor de lucha).
Entra el REY RICARDO
REY RICARDO.
¡Un caballo! ¡Un caballo! ¡Mi reino por un caballo!
RICHMOND:
¡Que sean sepultados sus cuerpos como conviene a su alcurnia! ¡Que se proclame el perdón para los soldados fugitivos que quieran sometérsenos! Y en seguida, conforme a nuestro juramento sagrado, uniremos la rosa blanca y la encarnada…