Otelo el moro de venecia

OTELO:
¡Vive Dios, dime lo que piensas!
YAGO:
Señor, cuidado con los celos. Son un monstruo de ojos verdes que se burla del pan que le alimenta. Feliz el cornudo que, sabiéndose engañado, no quiere a su ofensora mas, ¡qué horas de angustia le aguardan al que duda y adora, idolatra y recela!
OTELO:
¡Qué tortura!
YAGO:
El pobre contento es rico y bien rico; quien nada en riquezas y teme perderlas es más pobre que el invierno. ¡Dios bendito, a todos los míos guarda de los celos!
IAGO:
O, beware, my lord, of jealousy;
It is the green-eyed monster which doth mock
The meat it feeds on; that cuckold lives in bliss
Who, certain of his fate, loves not his wronger;
But, O, what damned minutes tells he o’er
Who dotes, yet doubts, suspects, yet strongly loves!
OTHELLO:
O misery!
IAGO:
Poor and content is rich and rich enough,
But riches fineless is as poor as winter
To him that ever fears he shall be poor.
Good heaven, the souls of all my tribe defend
From jealousy!
John Mccullough como Otelo
OTELO EL MORO DE VENECIA
Escrita hacia 1604 y estrenada en la corte del rey Jacobo I de Inglaterra en noviembre de dicho año, el argumento lo encontró Shakespeare en los “Hecatommithi” de Giovanni Battista Giraldi (1504 – 1573) fue un novelista y poeta italiano. Adoptó el seudónimo de Cinthio a su nombre y que comúnmente se conoce por ese nombre (que también se rindió como Cynthius , Cintio o , en italiano, Cinzio) .La obra transcurre en un ambiente típico del Renacimiento italiano .
La obra transcurre en un ambiente típico del Renacimiento italiano. El primer acto transcurre en Venecia y el resto de la obra en Chipre, para esa época una colonia italiana. El Primer Acto transcurre en Venecia y el resto de la Obra en Chipre.
La obra transcurre en un ambiente típico del Renacimiento italiano.
La Serenísima República de Venecia fue una ciudad-estado situada en el norte de Italia, a orillas del mar Adriático, y que luego reunió bajo su dominio a todos los vénetos del Triveneto, Istria y Dalmacia. Su capital fue la actual ciudad de Venecia.
Existió como estado independiente desde el siglo IX hasta1797. También recibe el nombre de Serenissima Repubblica di San Marco, pues San Marcos es su santo patrono.
La Serenissima se constituyó progresivamente como Estado durante la Edad Media y se convirtió en una de las principales potencias económicas del mundo, ocupando un lugar preponderante en los intercambios comerciales entre el Mediterráneo occidental y oriental.
Además, con sus instituciones oligárquicas notablemente estables durante casi un milenio, representó un papel político esencial.
La Serenísima República de Venecia fue una ciudad-estado situada en el norte de Italia, a orillas del mar Adriático, y que luego reunió bajo su dominio a todos los vénetos del Triveneto, Istria y Dalmacia.
Su capital fue la actual ciudad de Venecia. Existió como estado independiente desde el siglo IX hasta 1797.
El dux o dogo era el más alto cargo oficial de la República de Venecia, vigente durante más de mil años, entre el siglo VIII y el siglo XVIII.
La República de Venecia ejerció su dominio sobre Chipre desde 1489, hasta la invasión turco-otomana en 1570.
El argumento central de Otelo es, por decirlo de alguna manera, una protesta contra los celos. Contra los terribles celos que llevan a Otelo a quitarle la vida a su recién casada Desdémona. También es una protesta contra la envidia y la mentira; contra la traición, contra la desconfianza y en el fondo contra el racismo.
Porque Otelo es moro y es negro. Pero es el principal general del Dux de Venecia. El problema no es que sea moro, el problemas es que es negro.
Y Otelo se casa, a escondidas, con la hija de Brabancio uno de las más importantes senadores de Venecia.
Otro de los protagonistas de esta tragedia es Yago, el alférez de Otelo, envidioso y traicionero.
Y Yago está muy irritado con Otelo, porque no le ha nombrado su lugarteniente a él, sino a Casio.
Y entonces Yago urde toda una historia para convencer a Otelo de que su mujer, Desdémona le es infiel con Casio quien ocupó el puesto que Yago ambicionaba.
Dicen los comentaristas que Yago y Edmundo, el bastardo de Gloster (El rey Lear) son los paradigmas de la traición y la bellaquería.
Yago mismo se encarga de contarle al público cuál es su naturaleza:
“Ni amos todos podemos ser, ni a todos.
se sirve con lealtad. Verás a muchos
probos genuflexibles, miserables
que, de su humilde esclavitud viven
prendados, cual pobres burros de sus amos;
y cuando viejos, se ven despedidos: una paliza merecen tan honrados miserables.
Hay otros que las formas y semblanzas
del deber presentan, pero que cuidan
de guardar para sí sus corazones
y con muestras de afecto hacia esos amos con
ellos medran, y al llenar la bolsa
honores logran. Estos alma tienen, yo pretendo ser como son estos.
Sus mismas palabras lo definen: “Yo no soy el que soy”
Emilia es la esposa de Yago, doncella de Desdémona.
Yago sospecha que el moro y ella han tenido relaciones.
Entrega a su marido, Yago, el pañuelo perdido en el jardín por Desdémona.
Emilia es firme en sus convicciones y leal a Desdémona.
Casio es el lugarteniente de Otelo, es un gran aritmético florentino, es un buen mozo y agraciado, leal a Otelo, inteligente pero muy ingenuo.
Es un buen hombre pero se ve enredado en las maquinaciones de Yago contra Otelo.
Es de noche. Emilia y Desdémona se encuentran solas en la habitación de Desdémona.
DESDÉMONA: Emilia mía, dame mi nocturno traje / hoy nada se ha de hacer que lo disguste.
Desdémona y Emilia por Théodore Chassériau / Desdémona por Frederic Leighton
EMILIA: Ojalá que jamás los hubieras visto.
DESDÉMONA: No diré tal, mi amor lo ve perfecto
su misma terquedad, ceño y enojo,
Virtud y amor implican. Descíñeme, Emilia.
EMILIA: Sobre el lecho las sábanas se hallan.
DESDÉMONA: Es igual. Dios me valga. Qué caprichos
tan necios tiene una. Si muriese yo. Por acaso antes que tú, te ruego
que en una de esas sábanas me envuelvas.
EMILIA: Callad, callad.
DESDÉMONA: Doncella de mi madre
era una joven, Bárbara llamada,
Tuvo amores, perdió su novio el juicio y la dejó.
Cantaba el sauce, copla ya vieja,
pero acorde con su pena.
Cantándola murió… pues esta noche
no la puedo olvidar. Me es imposible
no inclinar la cabeza y no cantarla
como la pobre Bárbara solía.
EMILIA: ¿Os traigo vuestra bata?
DESDÉMONA: No tal. Esto desciñe
DESDÉMONA CANTANDO: (ver/escuchar: www.youtube.com/watch?v=4iYm2MQWPUA)
Sentada a la sombre del gran sicomoro,
canta verde sauce,
Esconde en su falda su frente y su lloro.
Canta sauce, sauce, Ablanda su llanto la roca más dura.
Guarda esto. Canta sauce, sauce.
Despáchate te ruego, pronto viene
canta sauce, sauce, serás mi corona…
No. Eso no sigue. Escucha. ¿Quién llama?
EMILIA: Es el viento.
DESDÉMONA: Que nadie lo inculpe, mi amor lo perdona
canta sauce, sauce.
De falso lo acuso, respóndeme fiero, canta sauce, sauce.
Que muchas te quieran si a muchos yo quiero.
Vete pues, buenas noches
cual me escuecen los ojos
¿eso lágrimas augura?
EMILIA: No nada implica.
DESDÉMONA: Pues que sí se dice / Ay qué hombres Emilia,
En conciencia ¿tú piensas que hay mujeres / que vendan de ese modo a sus maridos?
EMILIA: Algunas hay sin duda.
DESDÉMONA: ¿El mundo entero a una acción semejante te indujera?
EMILIA: ¿No os indujera a vos?
DESDÉMONA: No, te lo juro ante la faz del cielo.
EMILIA: Ante la faz del cielo tampoco yo lo haría… más a oscuras…
DESDÉMONA: ¿Pero tú harías por el mundo tal acción?
EMILIA: Es el mundo cosa grande
es gran beneficio por tan leve vicio.
DESDÉMONA: A fe que creo que tal no harías.
EMILIA: A fe creo que lo haría y lo desharía después de hecho. Vaya, no lo haría por una sortija, ni por una vara de lienzo, ni por vestidos, enaguas o tocas u otras frioleras. ¿Pero por el mundo entero? Vaya. ¿Quién no adorna a su esposo para hacerlo rey? Corriera el riesgo de ir al purgatorio por eso.
DESDÉMONA: El cielo me maldiga si por el mundo entero cometiera yo tal falta.
EMILIA: Vaya, la falta es una falda en el mundo, y teniendo una al mundo por suyo, es una falta en el mundo de una, y puede pronto arreglarse.
DESDÉMONA: No creo que en el mundo exista tal mujer.
EMILIA: Si tal, y si me apuran
bastantes hay para llenar el mundo.
Más pienso yo que es culpa del marido
si peca la mujer ya porque falten
A sus deberes ellos; porque arrojen
nuestros cuerpos en ajenas faldas.
O porque ardiendo en miserables celos
nos opriman o acaso nos golpeen.
¡Vaya! Tenemos hiel, y aunque piadosas,
un poco de venganza nos agrada.
Que sepan los maridos que, cual ellos
inteligencia tienen sus mujeres,
Que ven, que huelen, que lo dulce y agrio
como cualquier marido saborean.
¿Por qué por otras olvidarnos suelen?
¿Es diversión? Tal vez ¿o por ventura
De la pasión estímulo violento?
Tal vez ¿quizás fragilidad tan solo?
Tal vez también. ¿Y acaso divertidas
no somos también y apasionadas
Y frágiles cual hombres las mujeres?
Prudentes obran pues si nos complacen
Que nuestras faltas de sus faltas nacen.
DESDÉMONA: Buenas noches Emilia, buenas noches
nunca en copiar del mal el mal me enseñe Dios con el mal a ser mejor me enseñe.
Una alcoba en el castillo, Desdémona yace en el lecho dormida. Una lámpara encendida. Entra Otelo. Viene a matar a su mujer.
OTELO: Lo exige el caso, corazón; el caso
jamás os lo diré castas estrellas,
Lo exige el caso, mas verter no quiero
su sangre yo, ni lacerar su cutir
más blanco que la nieve y más suave
que cincelada efigie de alabastro.
Pero debe morir, no engañe a otros
apagaré la luz, y enseguida su luz apagaré.
Su aroma ansío en la planta aspirar.
¡Oh dulce aliento!
(Besándola).
Aun otro más ¡basta! / nada fue tan funesto ni tan dulce.
Fuerza es llorar. ¡Oh lágrimas feroces! / Como el cielo mi dolor que hiere / allí donde más ama.
(Desdémona despertándose) ¿Quién Otelo, eres tú? / ¿Vienes al lecho señor?
OTELO: Yo sí, Desdémona
has rezado Desdémona esta noche?
Si recuerdas algún crimen que el cielo no te tenga perdonado
solicita su gracia en este instante.
Reza y acaba, mientras tanto yo pasearé
sin preparar no quiero tu espíritu matar, no.
Dios me libre ¡no te quisiera yo matar el alma!
DESDÉMONA: ¿Hablas té de matar?
pues entonces de mí tener misericordia cielos.
OTELO: Con todo corazón amén te digo.
DESDÉMONA: Si eso dices acaso no me mates
pero me haces temblar cuando tus ojos así giran, fatal es su mirada.
¿Por qué tiemblo?, no sé,
culpa ninguna me reconozco,
mas temblar me siento.
Es muerte atroz que por amor se mate
¡Ay dios! ¿Por qué te muerdes así el labio?
Saña feroz tu entero ser agita,
tristes presagios. Mas espero que no sea contra mí.
¿Y en este instante he de morir?
OTELO: Sí, pronto
francamente confiesa, pues tu culpa
denegar lo que sé con juramentos, ni mata ni sofoca la convicción
que me obliga a lanzar hondos gemidos
es preciso que mueras.
DESDÉMONA: Pues entonces
de mí tened, ¡oh Dios! Misericordia
no te ofendí jamás en esta vida.
OTELO: ¡Viven los cielos!
¡Oh perjura! Mi pecho petrificas
y lograrás que asesinato llame
lo que quise que fuera sacrificio.
DESDÉMONA: Mátame mañana
pero esta noche no,
media hora no más
deja que rece una oración.
OTELO: Ya no es posible, es tarde.
Otelo ahoga a Desdémona con una almohada.
Orson Welles en su Otelo (1952)
Antes de ahogarla Desdémona le dice: un beso, un beso.
Al final Otelo se encuentra con Emilia y ella le demuestra que todo fue un invento y una traición realizadas por Yago. Otelo se quita la vida y Yago mata a Emilia.
Sobre Otelo –que los ingleses y norteamericanos escriben Othello –se han hecho, entre otras– una ópera, la penúltima de Giuseppe Verdi, que se estrenó en el Teatro alla Scala de Milán, el 5 de febrero de 1887.
Igualmente se han hecho varias películas, tal vez las más memorables la escrita, producida y dirigida por Orson Welles en 1952 y la que dirigida por Stuart Burge fue protagonizada por Laurence Olivier en 1965.