El Bogotazo

¨El día del odio¨ en Bogotá se llamó al 9 de abril de 1948. Ese día el caudillo liberal Jorge Eliécer Gaitán salió a almorzar y Juan Roa Sierra disparó sobre el político. Tres balas mataron al abogado penalista, líder popular que se perfilaba como el más probable próximo presidente. Hubo saqueos, se incendiaron los tranvías, iglesias, edificaciones importantes y locales. Buena parte del centro de la ciudad quedó destruida. Comenzaba el nuevo brote de violencia a nivel nacional. Los disturbios tras el asesinato de Gaitán desencadenaron en un movimiento popular.
El hecho fracturó en parte la historia urbanística de Bogotá, particularmente la historia de la Carrera Séptima. Sin embargo se advierte que la campaña ¨intoxicante¨ de la gran prensa colombiana exageró las pérdidas materiales provocadas por la revuelta popular; Jacques Aprile-Gniset, historiador urbanista, encontró un marcado desfase entre los titulares de prensa y su ilustración gráfica. En su investigación concluyó que ¨aunque los incendios no afectaron más de 136 construcciones en más de 30 manzanas, el efecto psicológico que se originó en la superchería de una descripción apocalíptica, sirvió de legitimación a la posterior operación de conjunto con miras a la reconquista general del viejo centro.
En general después del 9 de abril de 1948 , la ciudad sufrió un cambio importante, las obras urbanísticas y arquitectónicas preparadas para la IX Conferencia Panamericana dieron paso a una renovación arquitectónica; las obras públicas, la ingeniería y la arquitectura cambiaron.
Tranvía ardiendo frente al Capitolio Nacional adornado con las banderas de los países asistentes a la Conferencia Panamericana
Este cambio que se inició en el centro y se fue irradiando hacia la el norte y la periferia de Bogotá. Como lo expone Aprile, el 9 de abril afectó 136 edificios repartidos en poco menos de treinta manzanas, se logró en pocas horas de una sola tarde, más que en veinte años de leyes urbanísticas y reglamentos municipales que se ¨liberara el suelo¨ de una manera más radical y rápida que con cualquier ¨declaración de expropiación por utilidad pública¨ (Aprile,1983: 32).
Con ello, la especulación inmobiliaria que se había desatado con los preparativos de la IX Conferencia Panamericana se intensificó, elevando los precios de las edificaciones del centro en un cien por ciento entre 1948 y 1950 y en más de un trescientos por ciento entre 1948 y 1957.